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El día se oscurece, la tormenta transcurre por el cielo grisáceo, modificando y atormentando tu mente. Tu agonía también aumenta, ahora estás desquiciado y necesitas gritar. Gritar y gritar, que el resto de la gente te escuche cuando las paredes se juntan y forman un cubículo alrededor de ti, y de tu mundo, que aunque éste no exista, a ti te produce auténtica ansiedad. Él sigue derretido por esos carnosos labios, y por esa mirada tan asquerosamente perfecta (y doscientos mil adjetivos más). No necesita nada más para darse cuenta de que en realidad no está tan vacio, aunque físicamente no tenga absolutamente nada. Entiendes todo, por fin, de una puta vez entiendes todo, go out with your fears -una y otra vez. La gente empieza a caminar estúpidamente como robots con ansias de poder, con ganas de preguntarse el porqué de su existencia. Dolor y resignación, el tiempo no supo esperar.