cambios constantes

En un banco madera de haya, con buen barniz i tablillas entrecortadas decido sentarme y simplemente observar como transcurre el tiempo, como se suceden los cambios a mi alrededor, como las nubes son siempre diferentes, como el viento cambia de dirección. Tal vez sea mejor caminar, porque ninguno de nosotros debería arrepentirse por las decisiones que toma a lo largo de los días. Al fin y al cabo la vida supone eso, escoger y decidir suceda lo que suceda, plantar cara y no mirar jamás atrás, jugar con las fichas que se nos proporcionan cada segundo. Porque nadie en el peor de los casos, como es en el mío, debería arrepentirse por las cosas que ni tan siquiera ha querido intentar. Dicen que existir aquí en el llamado planeta tierra supone un vaivén indefinido de cambios constantes, que hacen girar las manecillas de la vida en torno a nosotros, haciéndonos escoger un camino u otro, cambiar de rumbo a pesar de la distancia, o que simplemente nos sirven de apoyo cuando el viento sopla a contra corriente, aunque muchas otras nos empuja a seguir sin decidir por uno mismo, simplemente por no quedarse estancado y que no nos pille el paso del tiempo aferrándonos al olvido. En cierto modo, solo soy un humano más entre tantas direcciones, entre tanta arena, entre tantas cenizas, y se que como todos vosotros, caeré en el olvido y para siempre, que ni tan siquiera quedará una huella, por eso creo que es mejor caminar que parar y ponerse a temblar. Porque se que aún me queda mucho por vivir, muchas decisiones importantes que tomar, cientos de personas a las que conocer, relaciones que afianzar, como también se que podré volveré a amar como lo hice el primer día, de la manera más absurda posible.